De pequeño no me gustaba ser portero, pero era el mal menor de jugar al fútbol porque así podía estar cerca de la portería. Me subía a alguno de sus postes y me deslizaba hacia abajo, presionándome contra el acero . Era un juego individual. Mis amigos lo hacían mientras hablábamos, pero nadie comentaba nada de ello. Yo era consciente de la forma en que estaba disfrutando y me daba vergüenza que ellos lo pudieran saber, por eso lo tratábamos como un juego. Pienso que ellos también estaban en la misma circunstancia que yo. Sin embargo, todo era natural.
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Me lo ha enseñado un pajarito consiste en un proyecto de instalación que presenta un conjunto de trece muñecos de tela humanoides de mediano tamaño que se hallan en disposición de realizar determinadas acciones con objetos cotidianos. Esta relación con el objeto alude a una etapa de experimentación y descubrimiento del placer a través del propio cuerpo en la infancia.
LA CREATIVIDAD
Hemos partido del interés por la inocencia y el no condicionamiento por lo externo, propios de la etapa infantil. El impulso de juego y descubrimiento hace a los niños realizar determinadas acciones que a ojos de los adultos pueden parecer absurdas o como mucho graciosas. En nuestro caso, hemos decidido también partir de estos gestos “poco comprensibles” para desarrollarlos en este proyecto.
LA SEXUALIDAD
Uno de los rasgos más importantes que surgen en la infancia es la no distinción a priori de sexos, llevados por la naturalidad del descubrimiento. Esta fusión de ambos sexos en una misma intención nos introduce en el carácter de la androginia y su influencia en esta etapa temprana. Buscando expresar esto, las esculturas no encuentran rasgos distintivos que representen concretamente al sexo femenino o masculino, careciendo como muchos otros muñecos y juguetes, de órganos sexuales.
Para ello, hemos partido de la versatilidad plástica del muñeco de tela y del uso del objeto a partir de un gesto ambiguo e insinuado, provocando una percepción pausada que permita la reflexión más que un impacto a nivel iconográfico.
EL JUEGO
El juguete acompaña al niño desde pequeño, convirtiéndose en un elemento importante para su maduración. A través de este, el niño se relaciona y descubre el mundo. En esta dirección, la exposición representa el juego como el campo de la experimentación, al igual que el recreo de un colegio, donde el control adulto se reduce permitiendo un comportamiento más espontáneo y natural, llevando incluso a esas acciones tan extrañas para los adultos que se comentaban anteriormente.
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